sábado, 15 de junio de 2013

Ruindad

La principal treta que los estafadores han utilizado para robar nuestro dinero es la confianza.

Ayer por la tarde hablé con un conocido, que me contaba como un familiar suyo había sido estafado con las preferentes. Se trataba de un hombre de ochenta años que no sabía lo que estaba haciendo y se fió del gestor de su caja de ahorros de toda la vida.

Como este caso hay miles: personas con deficiencias, ciegas, seniles, etc. Son los afectados principales de esta estafa. Más allá de la profunda ruindad de quien es capaz de robar a una persona que no puede defenderse, está el abuso de la confianza de las personas que se fiaban de que aquellos que habían llevado su economía y ahorros durante tanto tiempo no fueran unos ladrones.

La primera lección que tenemos que aprender es que no debemos fiarnos de nadie. Los bancos y cajas de ahorro nos han robado nuestro dinero con esta estafa; el gobierno, más criminal aun, les apoya mientras se salen con la suya; y, además, corremos el peligro de ser estafados por algunos abogados que pretenden elevarse como adalides de nuestra defensa. En los próximos días voy a colgar aquí el caso (aun lo estoy investigando) de unos abogados de Zamora que han montado una Plataforma de Afectados, y que pretenden realizar una denuncia colectiva, como el caso de ADICAE, pero que parecen bastante sospechosos desde el mismo momento en que te piden una cuota de asociado antes de darte explicaciones de lo que van a hacer.

Se puede ser ruin, se puede ser malvado, y, si tal caso es cierto, se puede ser profundamente dañino: robar a alguien a quien prometes defender de quien les ha robado está más allá incluso de la maldad y vileza del gobierno español. Y eso es mucho decir, dadas las circunstancias.

A la espera de conseguir más información, una despedida: para aquellos que de manera cómplice, como el gobierno, han colaborado en esta estafa, y para aquellos que se intentan aprovechar de la misma timando en el proceso de denuncia, mi más sincero deseo de que todos los males del mundo recaigan sobre sus cabezas, y que no haya santo paciente que aguantara el dolor que se les pueda provocar.

Hasta la próxima.

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