martes, 27 de agosto de 2013

Afilando las pancartas

Se plantea un inicio de curso interesante. Los políticos se han entretenido este veranito bastante. Unos con el caso Bárcenas, y otros tratando de despistar con lo de Gibraltar.
Los medios de propaganda y desinformación han estado centrados con asuntos que no interesan, con cuestiones de patrioterismo de baja estofa y con memeces variadas en formato veraniego (ya se sabe, malpagando a becarios para no tener que contratar plantilla en verano).

Y nosotros hemos cargado pilas, aunque sea un poco. Yo no es que me haya ido a playas exóticas ni nada por el estilo. Para que os hagáis a la idea, un fin de semana en Madrid y un curso de canto coral en Ávila es lo más lejos que me he marchado de Valladolid. Sin embargo, las vacaciones para mí han consistido en desconectar de los periódicos, de los telediarios, de los políticos y sus chorradas, y poder leer, pasear, montar en bici y reposar, que buena falta me hacía.
Ahora, toca preparar el curso que comienza. Los que aun tenemos trabajo, a tratar de sobrevivir con él, y mientras tanto, a dedicar el poco tiempo libre que nos quede a luchar por conseguir lo que es nuestro. Se acabaron los descansos, ahora comienza lo duro.
ADICAE está ya, en Castilla y León, organizando y revisando cada uno de los casos de estafa que le hemos dado los usuarios de la banca para hacer la demanda colectiva a Caja España y Caja Duero. Pero eso, como ya se sabe, es sólo una parte del trabajo. Es imprescindible que sigamos saliendo a la calle, y así será. Cogeré de nuevo el megáfono para poner a caer de un burro a todos los sinvergüenzas e inútiles que, con sus malas artes y su despreciable inmoralidad, nos han llevado a este agujero podrido. La justicia llegará, no os quepa duda, pero mientras llega, es nuestro deber luchar con todas las armas a nuestro alcance para que el sistema no permita esto, para que los culpables paguen por ello y para cambiar un modelo que nos conduce a un estado sin ética.
Nos veremos en las calles. Informaré puntualmente de cada uno de los actos que realicemos, tanto aquí como en el Twitter @c_convertible y en Google+.

Un saludo a todos, y afilad vuestras pancartas, que necesitamos que corten mejor que nunca.

domingo, 11 de agosto de 2013

La importancia de asociarse

Una de las dificultades con las que nos encontramos diariamente aquellos que estamos involucrados en asuntos que requieren de la protesta de la sociedad civil es la ausencia de un concepto de pertenencia a dicha sociedad civil.
Los ciudadanos tienen claramente interiorizado el concepto de individualismo. Comprenden a la perfección cuáles son sus deberes y derechos como individuos dentro de la sociedad. Saben que deben pagar sus impuestos, cumplir las leyes, que tienen derecho a expresarse políticamente por medio del voto, e incluso que pueden tomar medidas de tipo judicial cuando alguien les injuria, les calumnia, les roba, etc. Sin embargo, pocos comprenden lo que significa la pertenencia a una sociedad. El problema viene de lejos, y ha visto opiniones para todos los tipos, desde la corriente psicológica-sociológica de la Gestalt, que afirma que la sociedad no sólo es la suma de los individuos hasta la opinión de la ex-primera ministra británica Margaret Thatcher, que defendía que la sociedad no existe, sino que sólo existen los individuos.
Si me tengo que posicionar, desde luego que lo haré hacia la primera opción, porque creo que la segunda no es una opinión basada en la observación de los hechos que acontecen en los grupos humanos, sino un modelo que los liberales (neoliberales) pretendían, y pretenden, llevar a término.
La sociedad, como conjunto, es mucho más que una agrupación de individuos. La sociedad española no es una agrupación de cuarenta y siete millones de individuos, sino que las relaciones que dichos individuos mantienen entre sí, así como el resultado de esas relaciones (asociaciones de la sociedad civil, por ejemplo), amplían el espectro de acción de cada uno de nosotros, lo potencian y lo enfocan hacia causas que, en muchos casos, están más allá del simple interés individualista.
Por poner un ejemplo sencillo, podríamos hablar de las asociaciones de vecinos. Si fuéramos plenamente individualistas, no tendría ningún sentido la existencia de tales grupos. Sin embargo, por interés y por necesidad, nos vemos obligados a asociarnos para defender y gestionar aquellos intereses que nos son comunes, que excenden de nuestro egoísmo. Por ejemplo, la negociación de los precios del combustible para una caldera comunitaria. Un neoliberal nos diría que lo mejor que podríamos hacer es negociar individualmente, de manera privada, no común, y que el que fuera más hábil consiguiera el mejor precio. Tendríamos que instalar calderas individuales y buscar un contrato individual con un distribuidor. Un comunitarista diría que es mejor que la caldera sea compartida, y que se busque el poder de la mayoría para encontrar buenas ofertas en el mercado, haciendo que el que no tuviera tanta habilidad negociadora de manera privada pudiera beneficiarse de un buen contrato, aun a costa de que el que pudiera haber conseguido mejor precio de manera individual no lo haya hecho. Son dos visiones que, día a día, nos encontramos en todos y cada uno de los asuntos que conciernen a la sociedad: la sanidad o la educación, por ejemplo. Los neoliberales (la derecha conservadora, básicamente) abogan por una gestión privada de tales servicios, haciendo que el que tenga más habilidad (y más dinero) salga beneficiado de la contratación; los comunitaristas (esa izquierda que en España nadie sabe dónde está) aboga por que los servicios sean comunes, asegurando que incluso el que no pueda permitirse, por no tener dinero, un seguro privado o una educación privada, pueda acceder a tales servicios.
Estas cuestiones están en la sociedad civil, no sólo en el espectro de la política profesional. Por ejemplo, las ONGs, o las asociaciones culturales, o las asociaciones de consumidores, que luchan por abrirse camino en un mundo, como el español, que permanece férreamente atrapado por las garras de los políticos profesionales ya desde el franquismo. Sin embargo, el mayor problema con el que estas asociaciones de la sociedad civil se encuentran no es el cierre de opciones de los políticos, sino la poca participación de los ciudadanos, más preocupados por solucionar sus problemas de manera individual que por tratar de ayudar de forma solidaria a los demás. Aun sabiendo que realizando estas labores solidarias está ahorrando problemas que, en el futuro, podrían afectarle individualmente.
Por eso yo hago un llamamiento para que los ciudadanos se asocien, para que participen. Y no sólo como militantes de un partido político, lo cual es una opción tan válida como otra cualquiera, sino como participantes en las reuniones de las asociaciones de vecinos, o como colaboradores en asociaciones culturales, o como voluntarios en ONGs, y, cómo no, como miembros de asociaciones de consumidores y usuarios, que, en último término, es como nos ven los famosos "mercados" a nosotros, los individuos.
Solos, aislados, no tenemos apenas fuerza. Unidos, se pueden conseguir cosas.

miércoles, 7 de agosto de 2013

La labor de la prensa

Los medios de comunicación tienen una labor fundamental en la vida de una sociedad, especialmente en aquellas que se definen como democráticas. No podemos olvidar que el ciudadano, por sí mismo, no tiene casi capacidad alguna para enterarse de las noticias a no ser que lo haga a través de la televisión, la radio, los periódicos o los medios de internet. Una vez el ciudadano quiere conocer lo que ocurre, la realidad tiene que estar necesariamente filtrada, puesto que sería un caos absoluto que se situaran noticias económicas al mismo nivel que noticias deportivas. Una buena gestión de la oferta de información es el primer paso necesario para un buen medio de prensa.
El segundo debe ser lograr la mayor objetividad posible en la información. No es de recibo que se mezcle opinión acerca de un hecho con la realidad del hecho mismo. Es cierto que es difícil ser objetivo incluso en la manera de dar a conocer un hecho concreto, pero donde más se necesita es en la selección de aquellos hechos que tienen más relevancia que otros. Por ejemplo, no podemos pensar que en un telediario tenga más minutos una noticia sobre un entrenamiento de pretemporada de un equipo de fútbol como el Real Madrid que una noticia acerca de la estafa de preferentes y subordinadas de los bancos. Y si permitimos que esto sea así es porque nos tragamos todo lo que nos ofrecen sin quejarnos. Bueno, tener un presidente que ha declarado que su periódico favorito es el Marca no ayuda, pero aun así la culpa es nuestra por votar a semejantes necios.
Por último, la opinión en un medio, si bien es necesaria, no tiene que ser elevada a la categoría de "verdad revelada". Una opinión tiene que estar razonada. Una opinión tiene que ser respetuosa, pero firme; no necesariamente insultante, pero sí dura cuando se merezca; no ilusa, pero sí positivamente crítica.
Los medios tienen una labor fundamental, como decía al principio: educar a los ciudadanos a través de la buena gestión de la información, para hacer de estos unos votantes responsables, unos demócratas participativos, y unos educadores útiles para la siguiente generación.
Está claro que los medios no cumplen ese papel. Pero también está claro que nosotros se lo estamos permitiendo. ¿Por qué permitimos que, día tras día, se oculten las decenas de noticias importantes que acontecen tras las estupideces de los políticos como lo de Gibraltar? ¿Por qué dejamos que la casposa casta política se salga con la suya controlando los medios y convirtiéndolos en propaganda barata? ¿Por qué dejamos que pese más el gusto por ver que alguien opina como nosotros al espíritu crítico hasta con nuestro bando?
España, una vez más, demuestra un nivel cívico, democrático y social paupérrimo. Una razón más para avergonzarme del lugar que me vió nacer. Una razón más para pensar muy sinceramente en la emigración como futuro.

lunes, 5 de agosto de 2013

Gibraltar: la cortina de humo

Maniobra de despiste. Esto es lo que plantea el Gobierno para desviar la atención de los problemas más acuciantes de la ciudadanía. Y lo hace tirando de un clásico: el fervor patriótico. Gibraltar es el foco de antención estos días, secundado diligentemente por los palmeros, periodistas a sueldo del gobierno, como La Razón o ABC, que con sus portadas del 4 de Agosto (busquen en google, no tienen desperdicio) alientan a la población más facha de esta España que tanto nos duele (pero por lo mal que nos lo hace pasar) a encabritarse contra los hijos de la Gran Bretaña que ni pinchan ni cortan en los desmanes y triquiñuelas del corrupto gobierno que nos ¿gobierna?
Gibraltar es un paraíso fiscal, y tal régimen es contrario a un equitativo reparto de la riqueza y a un sistema libre de corrupción. Estoy de acuerdo con que no deba ser eso. Me da igual a qué país pertenezca ese trozo de piedra tan bien situado. Lo cierto es que si ahora me ofrecieran dejar de ser español y convertirme en británico, no lo pensaría mucho. Me avergüenza profundamente lo que éste país de listillos, tramposos y corruptos supone. Por lo tanto, me daigual que Gibraltar sea español o británico.
Lo que de verdad me importa es recuperar lo que me han robado. Y no me han robado los gibraltareños, ni el gobierno británico. Me han robado las cajas de ahorro, con políticos españoles al frente, y el gobierno de España, siguiendo a los delincuentes que están en el FMI y en la Unión Europea. ¿Gibraltar? Ni me va ni me viene. Yo quiero mi dinero, quiero que los informativos hablen de las preferentes y subordinadas, que hablen de las clausulas suelo y de las comisiones abusivas de los bancos. No me interesa si Margallo ha dicho A o ha dicho B. No me interesa si Rajoy se va a Doñana, a Galicia o a tomar por el saco. Quiero que solucionen el desaguisado que han montado, que lo hagan rápido y bien, y que después de hacerlo, cojan sus cosas y se vayan caminito de la cárcel para pasar lo que les queda de existencia hablado de Gibraltar, si quieren, rodeados de unos cuantos presidiarios que les conviertan en hombres nuevos.
Y para los medios, una petición: si les seguimos el juego a estos desgraciados, acabaremos escuchando bobadas en los telediarios mientras la población española sucumbe a la pobreza e incluso al hambre. ¡Basta ya de jueguecitos de periodismo sensacionalista! Todos sabemos que lo de Gibraltar es una cortina de humo para no hablar de Bárcenas, o de la estafa de preferentes y subordinadas. Todos sabemos que en cuanto pasen unos días, el asunto diplomático habrá pasado a segundo plano; que solo buscan tiempo antes de que empiece la maldita liga de fútbol y buena parte de la población hunda su sesera en pan y circo. La labor de la prensa no sólo es informar, sino educar. Es su obligación mostrarle a la gente lo que más importa, lo que es más necesario que conozcan para que su día a día se corresponda al de un ciudadano libre e informado, no al de un militante cabezahueca que cada cuatro años mete un voto en una urna condenando al país a una legislatura más de abusos y corrupción.
Y es nuestra labor, como ciudadanos, exigirles a todos los que tienen un papel en la vida pública de nuestra sociedad, que cumplan con su deber. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de que en las próximas elecciones salga como presidente alguno del PSOE o, aun peor, otro del PP.

domingo, 4 de agosto de 2013

Sobresueldos y eufemismos

Varias cosas nos producen estupor si analizamos con profundidad las declaraciones de Rajoy el otro día en su comparecencia parlamentaria. Pero hoy me gustaría centrarme en una: el insultantemente vergonzoso asunto de los sobresueldos.
Si tratara de escribir aquí todos y cada uno de los eufemismos que utilizó el personaje que tenemos por presidente para referirse a ellos, el teclado se declararía en huelga por asco. Lo que me enerva de todo esto es que no se haya insistido más en un hecho muy básico: se llamen como se llamen, son absolutamente ilegales.
No es ilegal que una persona reciba dos sueldos, si tiene dos trabajos, desde luego. No es ilegal que una persona reciba complementos a su sueldo, si los merece y están acordados con su empresa. Ahí no cabe discusión. Pero sin embargo, en el caso de Rajoy y de otros dirigentes del PP, se produce un hecho significativo y repugnante, y es que reciben ese sobresueldo en dinero negro porque si fuera en dinero limpio, cotizado, incurrirían en el delito de incompatibilidad por cargo público. ¡Y todo porque no les bastaba con el sueldo de ministros! Y eso que es un sueldo que da para vivir de manera sobrada.
Rajoy declaró en sede parlamentaria que el no estaba en la política para ganar dinero, porque tenía oficio. Sí, lo tenía: registrador de la propiedad. Obtenido por oposición pública (sorprendentemente en el caso de Rajoy) y del que supongo que se encuentra en excedencia desde el mismo momento en que decidió dedicarse al empeño público de la política, hace ya décadas. La cuestión que me viene a mí a la cabeza es: si tiene oficio y no está en la política para enriquecerse, ¿por qué necesita de un sobresueldo al sueldo que recibe como diputado? Es absolutamente incoherente pensar que lo recibía para complementar sus emolumentos, es decir, para llegar más holgado a fin de mes con un nivel de vida de maharajá. Si esto no es así, entonces sólo se me ocurre que fuera en pago por algún servicio.
¿Qué servicios puede dar un ministro que sean susceptibles de ser pagados con dinero negro? Está claro que la lista la encabeza la de licitaciones, contratos y subvenciones públicas que, de mano de dicho ministro, le han sido concedidas a empresas que, de manera ilícita, han estado pagando por ellas con las famosas "donaciones" que Bárcenas anotaba diligentemente en sus papeles contables.
Y así, con esa tranquilidad que le caracteriza, Rajoy sólo tiene una cosa que decir con respecto a esto: "sí, se cobran [insertar eufemismo pepero], pero como en todos lados". Fin de la "cita".

sábado, 3 de agosto de 2013

¿A qué juegan? ¿A qué jugamos?

La situación está llegando a un punto de no retorno. Como ciudadano (aunque sea convertible), llega un momento en el que la ridiculez de las decisiones del gobierno y de los consejos de los agentes exteriores, junto con la cara dura de los gobernantes, satura hasta lo inimaginable.
Y, lamentablemente, estamos llegando a ese punto. La cuestión, evidentemente, es qué pasará cuando lleguemos. Sinceramente, me temo que no pasará nada, que la vida seguirá, que la gente seguirá acudiendo a trabajar (si tienen trabajo), y a votar a los mismos de siempre (si no les quedan neuronas). Habrá protestas, claro, pero serán unos centenares de miles de personas paseando pacíficamente por las calles, sin armar demasiado jaleo, no sea que les vayan a decir que son malos ciudadanos.
Mientas eso ocurre, los gobernantes, los grandes empresarios, los banqueros, y toda esa retahila de malnacidos y desgraciados, se descojonarán abiertamente de nosotros. Se habrán salido con la suya. El FMI habrá logrado que España se convierta en un país tercermundista en lo que a calidad de empleo se refiere; la sanidad estará en manos de las grandes corporaciones privadas de los políticos y sus parientes; la educación será una simple formación como peón para un trabajo concreto; los valores los dictará la rancia y repulsiva casta de obispos católicos; las pensiones serán esos cuentos que los abuelos les cuentan a sus nietos de "antaño todo era mejor"; la dependencia no supondrá un problema porque los dependientes habrán fallecido a la espera de atención médica o ayudas; el paro se reducirá porque todo español que pueda huirá de este terruño mal llamado país... En definitiva, todo se irá a la mierda.
Pero claro, en el proceso de enmierdar todo, los cuatro caciques de turno (véase Rajoy, Cospedal, de Guindos y toda esa comandilla de hijos de la gran España) se habrán enriquecido y habrán saciado además sus ansias de poder. Y todo, con la connivencia cobarde de una sociedad decadente, perezosa, adormilada y estúpida.
¿A qué juegan los ciudadanos españoles? ¿Piensan que todo esto puede arreglarse sin poner algo de su parte? El que quiere peces, se tiene que mojar. Y no sirve quedarse sentado en el sofá indignado criticando al pelele político de turno. Ni siquiera sirve salir a la calle a protestar sin más, o hacer una huelga general de un día. Hasta que no paralicemos el país seriamente, con medidas severas y contundentes, como una huelga general indefinida, o como una protesta delante de la Moncloa, del Parlamento, de las delegaciones de gobierno, etc., que les obligue a dar la cara para poderles dar una buena bofetada antes de largarles a la puñetera calle y reiniciar de nuevo el país, esto no se arreglará.
Una vez hablaba con un amigo español y un muchacho extranjero que nos preguntaba qué profesión tenía futuro en España. Entre risas, le respondimos "fabricante de bombas". Las risas se agotan.

viernes, 2 de agosto de 2013

FMI

Hoy la alegría del día viene por parte de nuestros amigos del FMI. Han hecho sus predicciones y dejan claro que en España hemos perdido una década completa por culpa de Zapatero y Rajoy. Nos dicen que no vamos a crecer más de un 1%,y nos piden que revisemos el sistema de pensiones (a la baja, claro), el IVA (al alta, claro) y además, que llegaremos al 25% de paro en 2018; y para terminar la juerga, recomienda al gobierno que rebaje los sueldos un 10%.
Un festival, como se puede ver. Y todo, por la agencia que ni previó la crisis, ni supo manejarla, equivocándose con todas sus recomendaciones. Todos los países que han llevado a cabo los consejos del FMI están hundidos, rescatados o en bancarrota. Lo lógico sería que nadie serio les hiciera caso, pero teniendo en cuenta que Rajoy, Báñez, de Guindos, Montoro y demás cuadrilla de ineptos e inútiles son los que gobiernan en este país bananero, no creo que la lógica se imponga.
El crimen, de todas formas, es una cuestión en la que nosotros no somos inocentes por completo: la sociedad española votó a estos desgraciados, sabiendo que podría ocurrir esto. Somos culpables también de no ponerle solución, cuando lo tenemos bien sencillo: la soberanía reside en todos nosotros, y deberíamos tomar acciones para largar a la puñetera calle a los pasmarotes que dicen gobernarnos.
Para todos ellos, espero que una guillotina en una plaza sea una imagen nítida en su mente, volando como una amenaza de lo que el pueblo es capaz de hacer cuando le tocan las narices.

jueves, 1 de agosto de 2013

Tiempo al tiempo

Enraizado en el sillón. Así es como está Rajoy tras la comparecencia de hoy. La mejor definición de la misma la ha hecho Rosa Díez, de UPyD: comparecencia vergonzosa. Se ha demostrado que el presidente del gobierno mantenía relación con una persona que tenía 22 millones de euros en Suiza (es decir, cuanto menos opacos). Ha quedado claro con ese SMS famoso del "sé fuerte, Luis". Por mucho que desmienta en la tribuna del congreso todas las informaciones que se han hecho públicas; por mucho que la financiación ilegal de un partido no sea delito; por mucho que Rajoy aparezca como receptor de tanto dinero negro mientras era ministro; a pesar de todo eso, Rajoy no ha conseguido convencer más allá de aquellos a los que tiene convencidos por militar disciplina de partido.
Hoy ha quedado claro que el presidente Rajoy ha permitido que todas estas cosas ocurran en su partido. ¡Qué estará permitiendo en el gobierno de España! Eso sí, no les podemos criticar, porque si nos metemos con ellos, entorpecemos la "recuperación económica". Todavía estoy por ver tal recuperación: 6000000 de parados; dinero ofrecido a la banca para arreglar sus desmanes que ya se ha dado por perdido; recortes en sanidad, educación, servicios sociales, dependencia, pensiones, etc.; abusos y estafas de la banca (como preferentes y subordinadas o cláusulas suelo). Toda una recuperación, pero de los peces gordos, no de la mayoría de la población.
Este país está gobernado por los lacayos de una oligarquía ladrona y estafadora, y Rajoy es el principal valedor de esa casta de delincuentes que están esquilmando a la población. Sólo por eso, debería dimitir, pero además, está quedando demostrado que mantenía una relación cercana con algunos de esos delincuentes. Por lo tanto, no encuentro ninguna razón para que este señor esté al cargo del gobierno del país.
De todas formas, es cuestión de tiempo: hace poco decía que Bárcenas era una persona respetable y honrada, y hoy es un delincuente que le engañó; hace poco decía que nadie podría demostrar que Bárcenas no era inocente, y ahora le da por perdido; hace poco se negaba a decir su nombre, y hoy lo ha dicho dieciseis veces; hoy ha dicho que no va a dimitir, así que es cuestión de tiempo que lo haga.
Ya se sabe, Rajoy acaba haciendo lo contrario de lo que dice, esperemos que siga siendo así.